El desmantelamiento de cam­pamentos, intervenciones de depósitos de drogas y la serie de incautaciones que viene reali­zando el Gobierno mediante operativos en conjunto entre varias instituciones del Estado deben avanzar con fuerza en el objetivo de debilitar y de ser posible eliminar el ilícito en nuestro país.

Los índices de inseguridad, desmem­bramiento familiar y violencia social atribuyen la causa al tristemente domi­nante consumo de drogas y demás estu­pefacientes, problema que se manutuvo en el freezer por años.

Es importante que, pese a los malos presagios y agendas negativas de la opo­sición mediática, los esfuerzos conti­núen fortalecidos contra un flagelo que ha ganado mucho terreno y muy acele­radamente en los últimos años.

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Desde el abandono de los puestos de control en los puertos ejecutado per­versamente en el gobierno anterior, dejando la cancha libre a los jugadores del ilícito, nuestro país sufrió un des­plome de imagen internacional que se agrava con el estatus de un corredor logístico narco que nos atribuyen. Esto incentiva el negocio en todos los nive­les y por ello es urgente que se insistan en estas tareas de desmantelamiento y persecución que se están realizando a lo largo y ancho del territorio nacional.

El ministro de la Secretaría Nacio­nal Antidrogas (Senad) rescató el tra­bajo en conjunto con el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) al que se suma el Ministerio Público y otros organismos de seguri­dad, hecho que resulta clave en el afán de que los operativos sean coordinados y, por ende, exitosos.

El trabajo interinstitucional es fun­damental para el golpe al narcotrá­fico. Parte de estos resultados se puede mencionar el operativo de hace un par de días que derrumbó un negocio que oscilaría en 3.240.000 dólares en el mercado. Esto, gracias al desmantela­miento de 12 campamentos de planta­ción de marihuana en el Parque Nacio­nal Caazapá.

Los voceros anunciaron que en la pri­mera jornada de trabajo se sacó de cir­culación 108 toneladas de droga prove­nientes de la plantación de marihuana en el mencionado parque de Caazapá.

Si recogemos los operativos recientes como la destrucción de 14 toneladas de marihuana en Amambay valuadas en unos USD 420 mil, otras 450 tone­ladas destruidas en la misma zona valuada en unos USD 13 millones; otros como la erradicación de tonela­das de marihuana en Alto Paraná, en Central, la captura de proveedores y deliverys de cocaína en varios depar­tamentos como los comunicados en zonas de Itapúa, Concepción, procedi­mientos semanales que informan de miles de kilos de marihuana y cien­tos de dosis de cocaína incautadas con perjuicios en varios millones de dólares al narcotráfico, estimulan las esperanzas de que estas prácticas ter­minen debilitadas.

Estas tareas en un contexto de preven­ción y atención primaria sanitaria que afectan a consumidores y que están siendo impulsados por el Gobierno a través del programa Chau Chespi que involucra a la Senad, Ministerio del Interior, Ministerio de Salud, etc. deben ser apoyadas desde todos los sec­tores del Estado.

El objetivo no es fácil y el oscuro nego­cio se expandió. A esto se suman inte­reses políticos en espera de malogrados proyectos que les reditúen algún posi­cionamiento ante los electores.

La alianza que puedan consolidar las instituciones pertinentes será funda­mental para que se fortalezcan las bata­llas contra las drogas.

El rumbo trazado y los planes previstos tienen que, necesariamente, ser persis­tentes ante los frentes que se irán gene­rando por oportunistas indiferentes a los males reales que aquejan a la pobla­ción. El Gobierno debe sumar todos los esfuerzos posibles, no perder un solo minuto del tiempo en cuestionamien­tos sin sentido para poder continuar fortalecido en el afán de pelear contra el negocio y el perjuicio de las drogas.

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